Don Mariano en el camino: datos para una biografía
Don Mariano en el camino: datos para una biografía[1].
Cipriano Andrada Sánchez
La vida de don Mariano Sánchez Álvarez del Manzano resulta ejemplar para toda persona sensible por cómo supo aunar el quehacer artístico y el andar esta jornada. Puede haber quien considere inverosímil que los dos factores –vida y arte- lleguen a manifestarse en plenitud a un mismo tiempo. Pero don Mariano coincidía con Pessoa en que el arte y la vida viven en la misma calle, por lo que no perdió la vida a favor de su muy prolija actividad, ni olvidó las obligaciones para atender las llamadas de su contingencia. No renunció ni a lo uno ni a lo otro por haber sabido adoptar desde el principio para ambas la divisa de la sinceridad.
Esta exposición coincide con el décimo aniversario de su ausencia entre nosotros (Salamanca, 2 de noviembre de 1994). El legado del artista y del maestro se halla ante nuestros ojos. Cuando la influencia, como en este caso, es decisiva para mucha gente, se percibe en algo más: no se puede prescindir de él para comprendernos a nosotros mismos. Nuestra memoria colectiva se enriquece con las aportaciones de personas que, como don Mariano, han contribuido a configurar nuestros actuales logros en los ámbitos cultural y personal. Su convicción de que el ser humano es ante todo creador, activo –no vasallo, ni siervo- lo empujó a difundir la buena nueva entre sus conciudadanos. La ética ciudadana la orienta hacia el beneficio y la educación de sus alumnos. En consecuencia, con esta exposición-homenaje saldamos parte de la deuda con el inmediato pasado del que procedemos.
Mariano Sánchez Álvarez del Manzano nace en Valladolid el 13 de noviembre de 1913. Es hijo de don Mariano Sánchez, catedrático de Anatomía en la Universidad y de doña María Álvarez del Manzano.
Su afición a la pintura debió de ser algo natural. Ingenioso desde niño, él mismo realizaba los propios juguetes que luego pintaba. De manera más o menos consciente siempre supo que lo suyo era pintar, que la pintura podía serlo todo y que era lo que más le gustaba.Entre 1923 y 1928 estudia bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Valladolid.
En 1934 obtiene el título de Profesor Mercantil en la Escuela de Comercio. Comienza a trabajar en un banco, pero al cumplir un mes, lo deja. La razón tal vez esté en que la madurez de los impulsos iniciales -regiones oprimidas de la infancia- pudo producirse en este periodo de su vida, puesto que en 1931 comienza a asistir a clases de Dibujo y Pintura en la academia de D. Valentín Orejas.
Al mismo tiempo recibe clases nocturnas de Dibujo del Natural en la Agrupación Castellana de Arte, a la que pertenece hasta su disolución en 1936, fecha en la que marchan a la guerra todos los asociados. Estos centros de la ciudad natal le hicieron ver qué quería decir pintar y le confirmaron que era eso lo que deseaba hacer. Inicia sus manifestaciones públicas en exposiciones colectivas: I Exposición Colectiva de la Agrupación Castellana de Arte en el Ateneo (23 de marzo-6 de abril de 1935) con un retrato, Morena, y ocho caricaturas (plenas de acierto, según Leandro Pérez de El Norte de Castilla) y regala un Cartel al Festival de la Asociación de la Prensa de Valladolid en abril de 1936.
Los años de San Fernando (1941-1946) siguen siendo de formación y de una actividad febril, de permanente búsqueda. Por un lado están las clases, donde enseguida destaca. En junio de 1944 obtiene uno de los premios más queridos por él: el de Dibujo del Natural (2º curso) de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Fundación “Carmen del Río”). Por otro, colabora en El Norte de Castilla como caricaturista con el seudónimo de Emech (1942-1943). Este periódico informa, el 11 de marzo de 1942, del premio otorgado a nuestro colaborador Emech por un Cartel de la Exposición celebrada en el Palacio de Bellas Artes para fomentar en la juventud española los vuelos sin motor, y ofrece una reproducción fotográfica del mismo. Obtiene el 2º premio con el Cartel anunciador de las fiestas de Valladolid (1943) titulado Cincuentenario de Zorrilla. Trabaja como Ayudante de Pintor-escultor Anatómico del Instituto Sierra, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid desde 1943 hasta 1948. Es nuevamente premiado en el Concurso de Carteles de la Diputación de Valladolid con motivo del Día del Ahorro: El Norte de Castilla, 1 de noviembre de 1944, se hace eco de la noticia y la ilustra con una caricatura de los dos primeros premiados. Es de suponer que tanta laboriosidad tuviese como objetivo costearse los estudios en Madrid
El camino continúa. Hay que seguir. Es nuevo día. La confrontación reflexiva con el mundo y con él mismo lo lleva a abrir un nuevo sendero determinante en su vida, a tomar decisiones. En 1945 consigue, por oposición, la cátedra de Dibujo y Caligrafía de la Escuela de Comercio de Salamanca. El Norte de Castilla se felicita por el éxito en la oposición de su colaborador, incluye una fotografía y hace votos por lo mejor en esta nueva fase de su vida. La realidad impone la exigencia de la entrega. Y él acepta. Salamanca representa, en un principio, el contrapunto a la ciudad natal. Con el tiempo acaba siendo el lugar del canto. Es aquí donde se fragua la otra gran faceta de su vida. Si Valladolid y Madrid forman al artista-pintor, en Salamanca germina el artista-pedagogo y recoge el fruto y la esencia del artista a secas.
En mayo de 1936 oposita a la plaza de Pintor-escultor Anatómico para la Facultad de Medicina de la Universidad vallisoletana. Debió de superarla, pero fue, tal vez, invalidada a causa de la guerra, puesto que, años más tarde, lo presenta como mérito, al solicitar la plaza de Ayudante de Pintor- escultor Anatómico.
La llegada de la guerra es como si la historia irrumpiera en su vida (y en la de tantos). Alcanza el grado de capitán de complemento en el Regimiento de Artillería de Valladolid y se licencia en Tetuán, en el ejército de Marruecos. La irrupción dura cinco años, tres meses y diez días. No obstante, por compartir con Hölderlin que la vida es la tarea del hombre en este mundo y saber ya cuál es la suya, él sigue dibujando. El resultado es una exposición de veintiocho caricaturas en Toro durante el mes de agosto de 1939 -militares, señoritas, personalidades y una autocaricatura-, que firma como Manzano. También en Segovia, Hotel Comercio, expone cincuenta caricaturas en color de autoridades segovianas, profesores de la Academia y de diversas señoritas; El Adelantado de Segovia destaca su capacidad para captar los rasgos psicológicos con líneas rápidas y precisas.
El paso más significativo de su camino tiene lugar en mayo de 1941: ingresa en la Escuela Central de Bellas Artes de San Fernando. Desde ese momento razón y sensibilidad aunadas discurren por el cauce natural de la entrega completa a la expresión plástica. El arte se convierte en el motor de su crecimiento personal. El espacio madrileño donde transcurre esta etapa es una buhardilla de la Glorieta de Bilbao, donde se refugia pertrechado casi únicamente con un baúl, diseñado por él mismo, que contiene lo necesario del estudio de un pintor. Formación, necesidades económicas, la dureza del camino,... todo lo va superando desde la consciencia de las dificultades de su opción vital. Sabe -o lo aprende entonces- que la pintura conlleva una permanente desazón: siempre puede llegarse a ver mucho más de lo que se es capaz de expresar. Es como empezar una lucha que nunca acaba. La dureza del camino. Por entonces descubre el mundo de las cosas, pero alcanzar el dominio de lo que pretenden expresar resulta difícil, porque exige tiempo.
Ya en Salamanca culmina sus estudios de San Fernando y obtiene el título de Profesor de Dibujo por la Escuela Central de Bellas Artes en 1946. Se casa con Natalia García del Moral en 1947. En Salamanca, en fin, todo se le tiende a modo de esperanza. La vida familiar nueva empieza. También la vida profesional. Y en todo está presente la idea de compromiso. Con la familia: en 1948 nace su hijo Mariano y en 1952 su hija Natuca. Comprometido con la educación artística en diversos centros de la ciudad: Escuela de Comercio, Escuela de Artes y Oficios -profesor ayudante de Dibujo Lineal y de Dibujo Artístico, años 1947 y 1949-, y Escuela de Bellas Artes de San Eloy -profesor auxiliar de Dibujo Lineal desde 1948 a 1958-. Y con el arte: desde 1950 hasta 1993 –un año antes de su muerte- periódicamente expone en Salamanca, Madrid y otras muchas ciudades el resultado de su investigación como artista.
Don Mariano ajusta a la idea de compromiso toda su vida. Los avatares personales y las oscilaciones de su ánimo no consiguen nunca desviar su voluntad de este objetivo. A sus hijos los educa en aquello en lo que cree. Como maestro fue pionero de la pedagogía de la libertad. Logra despertar la curiosidad y suscitar el espíritu crítico. Proporciona una educación positiva que excluye lo absoluto o la quimera. La idea de dignidad humana, como punto de partida y como objetivo al mismo tiempo, es el marco para la meta de su enseñanza. En su alquimia todos los elementos encuentran su lugar en estas fórmulas lógicas, pero novedosas. Situación preeminente hallan en su plan lo superfluo y lo inútil, como los desperdicios, que la tierra engulle para fortalecerse, y que de su mano devienen tesoro colectivo. Su compromiso como artista fue de búsqueda hasta el final. Se puede afirmar que forma parte de un grupo de pintores –o de artistas en general- que sólo encuentra su mundo propio cuando cierto desasosiego que sólo ellos conocen, les impulsa a mirar hacia atrás y ver que nada de lo hecho les resulta satisfactorio; que en la obra expuesta aún no ven reflejados los logros por los cuales su tenacidad les ha mantenido desvelados. Pero no por eso cejan, y avanzan, y obtienen satisfacción cuando les parece que han estado a punto de lograrlo... La dureza del camino.
En diciembre de 1950 debuta como pintor ante el público salmantino en la Exposición de Artistas Locales, organizada por el Casino de Salamanca. Presenta cuatro óleos, entre los que el periodista de El Adelanto, Delgado, destaca dos: Consonancia lírica y Molinillos, como pujantes, avasalladores[2].
La ciudad descubre a su profesor-pintor y quiere conocerlo. El 18 de enero de 1951 lo entrevista Corín -seudónimo del pintor Arístides Mateo Bermejo- para El Adelanto. Enseguida destaca su grandeza física y moral: cordialidad, sencillez, buen criterio. Aparece el artista humilde que se resiste a la entrevista, al que no le gusta salir en los periódicos, que sólo quiere trabajar y luchar en su propia creación artística y profesional. Pero ante la insistencia del periodista accede y cuenta sus orígenes y los pasos dados hasta ese momento. Con respecto a su obra, no se detiene en lo realizado, sino en el futuro: Trabajar y hacer más que decir. Como epílogo afirma: No me gusta ser petulante ni la publicidad[3]. El 30 de agosto del mismo año le corresponde el turno al otro periódico local, La Gaceta Regional. Con motivo de la I Bienal Hispano-Americana de Arte lo entrevista F. Casanova que enseguida alude a las obras de su estudio ya conocidas por el público -exposición del Casino y Cartel anunciador de las ferias salmantinas-. Don Mariano se confiesa contento de participar en una exposición internacional y confía en que se valore la pintura moderna con raíces en la clásica y personalidad propia, puesto que la pintura debe ser la manifestación espontánea del momento que se vive. Considera que el pintor moderno debe estar mejor preparado intelectualmente que el pintor clásico, y a la pregunta sobre el panorama artístico salmantino, destaca del conjunto a Zacarías González[4].
Durante el mes de diciembre de 1951 tiene lugar la II Exposición de Artistas Locales en el Casino.1952: Exposición Estío en la Sala Artis; en el Palacio de la Salina obtiene una Medalla de Plata de Pintura[5]. 1954: se le concede el Premio Casino de Salamanca con su dibujo Neorrealista en la V Exposición de Artistas Locales. La Gaceta Regional se refiere a don Mariano como uno de los artistas más personales, originales e importantes de Salamanca y resalta las grandes condiciones de Sánchez Manzano como dibujante y a la vez su sensibilidad por el color. Nuevos dibujos en la exposición colectiva de Artis (mayo de 1955); VI Exposición de Artistas Regionales en el Casino.
En estos dos últimos años ha vivido en un estado de reflexión profunda sobre el arte y la docencia. Con respecto a su pintura, sabe que es otra cosas distinta a la abstracción. Las largas discusiones con su gran amigo Ricardo Montero lo ponen de manifiesto. No era posible entrar en la vanguardia con su mundo figurativo. Sería ir contra corriente. Sin embargo su obra lo convencía y seguía trabajando en esa dirección: no podía renunciar a la cultura propia. La pintura debía seguir trabajando en la esfera del individuo, de la reflexión artística. Quizá por eso mantiene su nivel de compromiso y una actitud artística válida para él. En relación a la docencia el estallido luminoso vendría inmediatamente después.
Estos años salmantinos parecen ser recapituladores: tienen lugar en la ciudad las Primeras Conversaciones Cinematográficas Nacionales – las “Conversaciones de Salamanca”- organizadas por Basilio Martín Patino; Carmen Martín Gaite ultima el manuscrito de Entre Visillos... 1956 es uno de los años intensos y más fructíferos de don Mariano. Del 15 al 29 de febrero tiene lugar la primera exposición individual de Álvarez del Manzano en la Sala Artis de Salamanca. Son trece dibujos al pastel, elogiados por la prensa local[6]. En marzo inicia las actividades la Sala Miranda con una exposición colectiva de artistas salmantinos; según F. Casanova, los dos cuadros de Álvarez del Manzano significan un paso adelante en el quehacer del artista. Cuadros valientes, lo mismo en la concepción que en el resultado. Colores difíciles, serenamente aplicados en una teoría cubista muy personal[7]. En el mes de abril, primavera, un grupo de artistas salmantinos compuesto por Ricardo Montero, Fernando Mayoral, José Luis Núñez Solé, Manuel Sánchez Méndez y Mariano Sánchez Álvarez del Manzano dan cuerpo y nombre común a la común necesidad, hondamente sentida, de depurarse y de dar nuevo sentido a la vida y a la obra, y alzan la bandera de una espiritualidad con las mayores exigencias. Nace así el Grupo Koiné (en griego, común, comunidad). La energía que lo mueve a la obra y al pensamiento emana del padre Armando, dominico. Del escueto manifiesto del grupo son estas palabras:
Afirmamos la libertad de medios expresivos como condición de un arte vivo.
Afirmamos la autenticidad de vida como raíz de toda trascendencia en arte.
Afirmamos nuestra honda participación en los problemas colectivos como sello
de nuestra autenticidad.
La Exposición de Arte Infantil, instalada en la Sala de Escuelas Menores de la Universidad salmantina, quiso ser el primer cumplimiento de ese compromiso contraído y fuente de nuevas exigencias. Con ello el grupo aspiraba a penetrar en los estamentos de la educación del hombre nuevo. La inquietud de don Mariano fue el vehículo de la energía necesaria para lograr la muestra de 111 obras, de más de un centenar de niños de once a trece años.
La exposición alcanza repercusión nacional y, patrocinada por el Instituto de Cultura Hispánica, viaja al Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde se presenta del 3 al 15 de enero de 1957. Catálogos y prensa elogian la muestra y, muy especialmente, la incidencia en los niños de las ideas constructivas de un artista de condiciones pedagógicas poco comunes, que en una sección contó con la colaboración de su esposa, conocida como Madame Koiné.
Este mismo año el denominado Koiné Infantil participa en el Concurso Mundial de Pintura Infantil, en Tokio, organizado por la Unesco y patrocinado por la Sociedad nipona Morinaga. Los dos primeros premios se otorgan a los salmantinos Juan Vicente Blanco, de catorce años y padre albañil, y Felipe Mateos, de trece años y padre ferroviario. Durante los meses de agosto, septiembre y octubre la prensa nacional se ocupa de la importante tarea pedagógica llevada a cabo por Álvarez del Manzano[8]. La Gaceta Regional elabora un amplio reportaje que hace público el 17 de diciembre de 1957. Una de las preguntas formuladas a don Mariano fue: ¿Por qué se implicó e implicó a los niños en el dibujo? Por una necesidad apremiante de renovar los sistemas pedagógicos actuales, un poco anticuados y que van evolucionando. Muchos países ya los implantaron, pues son una preocupación para elevar el nivel artístico y cultural, empezando por los niños. Hay que inquietarlos, para que se capaciten, para que expresen sus ideas, iniciando a los que las tengan. Esta es la labor pedagógica. Una clase no es destacar lo artístico únicamente, sino crear un clima de confianza en el alumno, que éste se sienta firme en sus pensamientos.
Quizá por el interés de la experiencia salmantina y del éxito en el concurso de Tokio, quizá por aprovechar algún eco de las vanguardias en su defensa de lo irracional y lo infantil, en 1958 inician su andadura los Certámenes Juveniles de Arte. Estructurados en una primera fase provincial y una segunda nacional, distribuidas en dos categorías, de catorce a veintiún años una y otra para menores de catorce, don Mariano siente el respaldo a su impulso, se vuelca en la participación e implica a todo el grupo –pequeño-que en la ciudad estaba relacionado con el arte[9]. Periódicos locales y nacionales informan con profusión sobre estos concursos, se suceden las entrevistas a los ganadores[10], hay algún intercambio internacional de Arte Infantil -Exposición de Arte Chino, de Formosa, en la Biblioteca Nacional, y de Arte Español en Formosa-,... Desde 1958 hasta 1961, con la Exposición Pedagógica del Aula de Dibujo de la Escuela de Comercio en la Galería Stylo[11], don Mariano consigue que la ciudad se implique con sus inquietudes pedagógicas, que sienta con él el estímulo de la educación artística y que apoye moralmente a alumnos y maestro.
Entre la partida de Salamanca y la llegada a Málaga realiza una exposición en la Galería Arteluz de Madrid, durante el mes de octubre de 1961. Carlos de la Viña lo presenta en el catálogo como pintor figurativo que roza, casi insensiblemente, el mundo de lo abstracto. Son cuadros de calles, paisajes y figuras en un juego de luz y penumbra, con sinceridad poética, genuina emoción y sin líneas limitadoras.
Tras once años en Salamanca, que ya lo reconoce como hijo suyo, por motivos personales se traslada a la plaza de catedrático de Dibujo y Caligrafía de la Escuela de Comercio de Málaga en el curso 1961-1962. La presentación oficial la hace, como artista, con una exposición en la Casa del Consulado de la Sociedad Económica de Amigos del País (La Económica) en enero de 1962. Son diez pinturas, siete pasteles y diez dibujos de temática castellana y de La Alberca. Se encarga de presentarlo, brevemente, Carlos de Viña.
En coherencia con su manera de ser, el paso siguiente lo da como pedagogo: lleva la obra de sus nuevos alumnos y de su hijo Mariano a una exposición en la Casa de la Cultura con motivo del VI Certamen Juvenil de Arte en mayo de 1963. Unos meses antes, lo habían invitado desde Salamanca sus antiguos discípulos, Juan Vicente y Felipe Mateos, continuadores de la ingente tarea desarrollada por el maestro, para que escriba en el catálogo de la Exposición Antológica de Arte Infantil que se iba a celebrar en la Sala Amadís de Madrid durante el mes de febrero de 1963. En estas líneas la nostalgia del maestro se hace patente en cada palabra. Esta emoción lo va a acompañar permanentemente los años de estancia malagueña y, por razones familiares, decide volver a Salamanca, pero antes tiene que luchar con las dificultades administrativas. Según Enrique de Sena: Su etapa malagueña fue de trabajo en soledad, de búsqueda y de añoranzas. Por esto último volvió un día a Salamanca[14]. La dureza del camino...
Durante los cursos 1963-1964 y 1964-1965 ejerce la docencia en la Escuela de Comercio, en el Colegio Menor Mediterráneo y en el Colegio de las Teresianas de Poveda de Málaga. Para el Colegio Menor Mediterráneo realiza un dibujo conmemorativo del Día de la Madre. Las fiestas colegiales se celebran el mes de mayo. Con este motivo colabora en la revista Jábega con un interesante artículo: “El arte como medio de educación”, mayo de 1964. Por estas fechas realiza con los alumnos una Exposición de Pintura y Arqueología, y un Concurso de pintura al aire libre. El programa de la fiesta lo hace también don Mariano.
En la galería Grifé Scoda de Madrid expone sombríos y clasizantes dibujos, asepiados bodegones y testas helénicas con carácter, según ABC, 28 de mayo de 1964.
El 30 de septiembre de 1965 cesa en Málaga, vuelve a Salamanca y se reincorpora a la Escuela de Comercio. Comienza el segundo periodo salmantino que abarca dieciocho años más como profesor y diez de jubilado. A la vuelta recupera la ciudad, la redescubre. Comprueba que lo fatalmente perdido ha sostenido a todo lo vivo que se mantiene a flote. De forma callada vuelve a otorgarle un resplandor lírico a la realidad ¿Cómo podría describir la intensidad emocional por su retorno? En un espíritu de sensibilidad exquisita y de corazón agradecido no es difícil de imaginar.
José Mª Requejo lo saluda y le da la bienvenida, entusiasmado, con un artículo publicado por El Adelanto y La Gaceta de 27 de febrero y 1 de marzo de 1966 respectivamente. Su título: “Álvarez del Manzano ha vuelto a Salamanca o todo es nuevo bajo la luna”. Las reuniones con amigos y discípulos se suceden. Muestra las novedades pedagógicas halladas en Málaga. Tal vez en la docencia es donde ha seguido recibiendo mayor número de satisfacciones. El proyector de imágenes es fundamental en los reencuentros, exhibe los cuadros de sus alumnos, comenta el proceso de creación seguido, se explaya sobre cómo aprender a ver, a encontrar,... La vida que no ha pasado aquí la dice como si hubiera estado. Intenta recuperar la normalidad.
La actividad es incesante como profesor y como pintor. Durante el curso imparte sus clases; seguidamente organiza los talleres de verano para la búsqueda y hallazgo artístico, cuyo origen está en las aulas de San Eloy y la Escuela de Comercio; se retira después con su familia a La Alberca, donde también pinta paisajes sin cesar; y, por último, expone el resultado de su trabajo: Sala Miranda -meses de octubre de 1958 y 1959-, exposiciones individuales con dibujos, lavados y acuarelas sobre La Alberca, -derroche de lirismo, emoción y misterio, vividos durante los veranos albercanos,- Huesca, Pirineos,... En octubre de 1959, además, participa en el XI Salón Anual de la Agrupación Española de Acuarelistas, Sala Eureka de Madrid[12]. Le queda tiempo para integrarse en el Grupo Tormes (Arte Viviente de la Meseta)[13] y difundir su obra con las exposiciones del grupo por Castellón, Valencia y Málaga. Para dar una conferencia en el Ateneo de Salamanca sobre el Expresionismo -28 de octubre de 1960-. Para exponer en el Ateneo –marzo- abril de 1960- veinte obras de temática poética amarga con sinceridad y madurez. Descansa, a su manera, en La Alberca. Su buen amigo José Mª Requejo escribe en El Adelanto el 21 de octubre de 1960: Álvarez del Manzano es el pintor más nuestro, el que anda anhelante buscando al pueblo el alma que no entenderán nunca quienes vienen de paso. Ha vivido en La Alberca, en tres veranos, muchos días. Nueva exposición individual en el Ateneo, febrero de 1961, de diecinueve obras, varias sobre La Alberca. F. Casanova, en La Gaceta del 18 de febrero de 1961, ofrece una crítica interesante sobre la evolución pictórica de don Mariano que, extractada, dice:
El comienzo se caracteriza por la preocupación y rigor consigo mismo, de búsqueda incansable de una auténtica fórmula. Poco a poco vamos asistiendo, a través de su obra, al proceso creador de este artista, que no se limita a dar rienda suelta a su inspiración, a impulsos de una facilidad y de la imaginación que posee, sino que se adentra por caminos arduos o se entrega a experiencias que vienen a enriquecer su bagaje. Después de una etapa en que el dibujo surrealista adquiría un curioso predominio, Álvarez del Manzano dedicó una atención singular a la acuarela y similares, a obras elaboradas a base de procedimientos en los que el dibujo, las tintas simples y la levedad que presta la acuarela en la factura, servían para expresar estados anímicos o ilustraciones cargadas de dramatismo, aspectos de un mundo misterioso y denso, ambientes esotéricos, todo ello con austeridad en las gamas, con predominio de negros y ocres y una expresión en la que no está ausente un sentido surrealista cerebralmente concebido.
Y cuando ha alcanzado su madurez como pintor, tiene el reconocimiento general a su labor pedagógica, amigos con los que polemiza y discute sobre sus inquietudes estéticas, alumnos que lo veneran y que él quiere, y la consideración más elevada de la ciudad, entonces –otra vez la dureza del camino- tiene que romper todo y decide partir con su familia a Málaga. En este momento tiene cuarenta y ocho años de edad.
La despedida la realiza en la Galería Stylo no como pintor, sino como maestro: Exposición Pedagógica del Aula de Dibujo de la Escuela de Comercio de Salamanca, en el mes de mayo de 1961, y a la que con anterioridad ya me he referido. Verano en La Alberca, reunión de familias amigas; se incorpora al grupo este año un pintor danés, Sigurd Swane; en una de las reuniones revisan treinta cuadros y más de cien apuntes de don Mariano que provocan la admiración del danés. Su buen amigo, José Mª Requejo, en las páginas de El Adelanto del 7 de octubre de 1961 hace la despedida pública con esta palabras: Salamanca perderá un gran pintor y un pedagogo reconocido.
1966 fue un año especial. En el mes de junio la galería Arteluz de Madrid realiza una exposición de Álvarez del Manzano poco corriente. Los amigos se reunieron para rendir un homenaje de admiración al pintor que ha vuelto a Salamanca. Buscaron las obras, dispersas por aquí y por allá, y decidieron por su cuenta montar esta exposición, o mejor, efectuar esta demostración de afecto, reconocimiento y simpatía. Creo que el hecho merece ser destacado por excepcional. Don Mariano se enteró varios días después de haber sido inaugurada. Los cuadros eran cabezas de profetas, mártires y santos, paisajes y cabezas con cuencas de ojos vacías.
El 4 de julio sucede un hecho luctuoso: fallece por accidente en el Pico Almanzor de la sierra de Gredos Juan Vicente Blanco. Era el discípulo predilecto de don Mariano, continuador y seguidor de sus ideas pedagógicas. Difunde la noticia La Gaceta el día 5 de julio y, con posterioridad, El Adelanto elabora un reportaje, que publica el 17 de julio, en el que intervienen el primer maestro de la infancia, don Mariano, su padre y su hermano Celso Vicente.
Cierra el año 1966 con una exposición en la galería Decorart de Pamplona en diciembre. Son unos dibujos cargados de fuerte misticismo. Concede una entrevista al Diario de Navarra, publicada el 7 de diciembre, y a la pregunta del periodista Sánchez Rada de por qué predomina el pesimismo en su pintura responde: Mis cuadros vienen a ser un autorretrato. Por eso se ve en ellos un poco de angustia, de búsqueda de lo individual... Es la expresión del alma. Además dentro del pesimismo, tristeza, fealdad, hay mucho goce y se encuentra una gran satisfacción. Es un pesimismo trascendente.
De 1967 a 1970 enseña Artes Decorativas y Pintura en la Escuela de Decoración del Centro Técnico de Nuevas Profesiones de Salamanca. Si interesante fue su aportación pedagógica al Koiné infantil, en este centro no es menor a tenor de los resultados[15]. En estos años alcanza la madurez del maestro. Ha conseguido perfilar, aún más si cabe, sus excepcionales dotes docentes. Seduce con facilidad a sus discípulos y los imbuye de ideas artísticas, de sensibilidad. Los enseña a ver, a analizar, a descubrir con mayor agilidad todavía.
Don Mariano recupera su habitual comportamiento ciudadano y tan pronto opina sobre las obras llevadas a cabo en San Juan de Sahagún, como escribe para las exposiciones de amigos -Mª Teresa Barcala-, o vuelve a aparecer callada y humildemente en exposiciones colectivas: la organizada por la Universidad de Salamanca, bajo asesoramiento de Manolo Méndez, de julio-agosto de 1967. La prensa se ocupa de nuevo de él: El Adelanto, 2 de noviembre de 1969, incluye una entrevista realizada por J. I. Yuste, en la que habla de su etapa de formación, los temas que desarrolla y la consideración de su obra. Lo peculiar de esta entrevista es que en ella empieza a hablar de su Museo del cachivache: Colecciono formas, expresión y naturaleza. Son piezas de este Museo: latas oxidadas y dobladas, botellas, frascos, huesos, bichos, maderas, botones, minerales y curiosidades en general. A mi juicio don Mariano entrega con ello la eternidad que ha atrapado. El conjunto parece presentar el manto poético de la vida humana, reflejo de la honda humanidad de su creador. Sus alumnos lo recuerdan como un apoyo pedagógico sustancial.
Sucesivas exposiciones: Rembrandt (1970), Atenea (1972). Nuevas salas que, para presentarse en la ciudad, recurren a los artistas consagrados. En mayo de 1972 el Colegio Rodríguez Fabrés expone una selección de dibujos infantiles en La Vega. La alusión a don Mariano y a su método pedagógico es inevitable y con ella se rinde un emotivo homenaje a la memoria de su alumno predilecto, Juan Vicente.
Transcurridos varios años de crisis, pero también de lúcida reflexión y de trabajo, llega la etapa de madurez del pintor. Él mismo, por esta época declara: Mucho he necesitado buscar para hallar los medios técnicos que me fueran más propicios, y creo haberlos encontrado en la actualidad. Confío tener aún en mi futuro esa perfección técnica que alumbre mi mensaje artístico y le dé una plenitud de sinceridad y de perfección.
De mayo de 1973 es la exposición del Palacio Garci-Grande de la Caja de Ahorros de Salamanca. Son treinta y siete obras, colección de dibujos negros y ocres a los que el artista pretende insuflar sus propios estados emocionales. No son de extrañar, pues, los comentarios aparecidos en El Adelanto con motivo de la muestra. El primero es de Enrique de Sena que el 19 de mayo de 1973 firma el artículo titulado “Lección magistral de dibujo”, donde resalta la sinceridad de la obra. El segundo es de Celso Vicente, publicado el 24 de mayo de 1973. En él pone en relación arte y vida, que es lo que le ha sugerido la obra contemplada: Un testimonio sincero y emocionalmente sentido de lo que a nuestra vera existe es lo mejor que el artista puede ofrecer a sus compañeros de camino.
La noticia de diez ilustraciones –dibujos- de Álvarez del Manzano para la edición de los cuentos costumbristas de Luis Maldonado es recogida en El Adelanto de 24 de febrero de 1974.
1975. Una conferencia de don Mariano en el Ateneo con proyección de transparencias y polarizador el día 23 de abril; el comisariado de la Exposición-homenaje a Núñez Solé en junio; su participación en la I Exposición de Artistas Salmantinos Contemporáneos del Museo de Salamanca, jalonan el transcurso de este año, en que lo más significativo fue la Exposición en la Galería Varron del mes de mayo. En ella el dibujo se ofrece como “principio, camino y cima”. Son cuadros con bodegones en que el color juega con incisiva armonía que no hiere, que emociona. En el catálogo don Mariano pretende hacer el manifiesto de su madurez y le sale un hermoso poema. Es el reproducido en otra parte de este catálogo y cuyas palabras iniciales son: Me gusta el lodo de los charcos de la Armuña...
Y de mayo de 1981 es la última gran exposición individual de Álvarez del Manzano. Tiene lugar en Varron. Bajo el título Paisajes y figuras cuelga veintiocho dibujos que resumen toda una obra artística. Son paisajes –suelos, árboles, horizonte- en tonos negros de gran impacto estético, y figuras de fuerza latente, con rostros cuyos perfiles están dotados de rasgos bellos y armoniosos. En las cabezas gravita el canon clásico, el orden y la armonía. Mientras los desnudos femeninos son analizados con sutil perfección e indudable calidad, siempre en busca de la belleza. En definitiva, una buena muestra de pintura honesta y sugerente.
El 13 de noviembre de 1983 se jubila como catedrático de Dibujo y Caligrafía, de forma callada, en la antigua Escuela de Comercio que, desde 1978 se había transformado en Escuela Universitaria de Estudios Empresariales de la Universidad de Salamanca.
Las últimas manifestaciones públicas como artista son apariciones fugaces en la Galería Artis, con motivo de la Rememoración del Grupo Tormes (1959-1962) en 1983, y como recuerdo íntimo al pintor Ricardo Montero, gran amigo de don Mariano; la colectiva organizada por el Ayuntamiento sobre Arte actual de Salamanca, que viajó a Würzburg (Alemania) en julio y luego se expuso en el Palacio de la Salina; y finalmente la colectiva de Artis en diciembre de 1992 y enero de 1993, Artistas salmantinos que dieron lustre a la galería, para celebrar el XL aniversario de la misma. De esta manera se cierra el círculo de don Mariano artista.
Me consta que en algún momento de su vida realizó la escenografía para alguna de las obras de teatro que, periódicamente, se estrenaban en la ciudad. El asunto no es baladí, porque acrecienta la relación arte y vida del artista.
La producción de 1976 posee un nivel de calidad muy elevado. En mayo expone en el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros de Plasencia treinta dibujos. En octubre lo hace en Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, con treinta y nueve obras y en noviembre, en la Sala de la Caja de Ahorros de León, donde cuelga cuarenta y tres cuadros. Como textos valorativos del conjunto se pueden citar el de Antonio Cea Gutiérrez, ofrecido en este mismo catálogo o la crítica de J. Villa Pastur aparecida en La Voz de Asturias el 12 de octubre: La exposición es un ejemplo de acabado dominio del grafismo en todas sus posibilidades. La obra presenta una estructura clásica en sus condicionamientos, resuelta con ágil garbo de modernidad. Gran pintor, magnífico ilustrador, es un artista de amplio oficio en el que sobresalen sus condiciones de excelente dibujante. Al final del año colabora en una colectiva titulada Quince Pintores Salmantinos de la Galería Winker de Salamanca.
Con motivo del XXV aniversario de la Galería Artis participa, en 1977, en la colectiva Estío Pequeños formatos de artistas que pasaron por la galería. En noviembre-diciembre expone en esta misma sala veinticinco retratos, desnudos y paisajes, obra sobre la que La Gaceta de 4 de diciembre opina que conjuga un proceso analítico de indudable carga mental y una preocupación por la síntesis en la expresión formal; lo intuitivo se supedita a lo razonado; y resalta su ambivalencia: tensión lírica o dramática.
En marzo de 1978 la galería Varron organiza una Exposición-homenaje al poeta José Ledesma Criado con motivo de la publicación de su libro Museo íntimo, en el que vierte los sentimientos provocados por la obra de los artistas en él recogidos o celebrados. Como don Mariano era uno de los pintores incluidos, dado su nivel de amistad, no duda en participar. También acude en junio a la colectiva de Unicef de la Sala de Exposiciones de la Caja de Ahorros de Salamanca. Presta su Colección Morfológica para la exposición El niño y el museo, organizada por la Dirección General de Cultura en marzo de 1979. Vienen después varias colectivas de Artis: Estío, 1979; Dibujos, 1980; Estío, 1981...
Su labor pedagógica la sigue desarrollando hasta el final. A partir de 1970 comparte su estudio de artista con los antiguos alumnos de la escuela de Decoración en la calle de José Jáuregui primero y en la calle Toro más tarde. Trata de comportarse como un compañero más dentro del grupo de jóvenes artistas. A este rasgo de humildad hay que sumar el de generosidad, porque no puede evitar ayudarles a resolver los problemas técnicos que en determinados momentos se les plantean.
Y así, con este modo de ser y de estar en esta vida dio el alma a quien se la dio el 2 de noviembre de 1994, día de los difuntos, poco antes de cumplir ochenta y un años.
La exposición pretende acrecentar el harto consuelo que nos ha dejado la memoria de este claro varón cuya vida, como puede verse, no se ha extinguido.
NOTAS:
[1] Ha sido de gran ayuda para elaborar este trabajo una larga conversación mantenida con su hijo y el archivo familiar, ya organizado por el propio don Mariano. La amistad con los comisarios de esta exposición y la confianza de la familia me han impuesto el reto de tratar de transmitir a quienes no lo han conocido, la idea cabal de una personalidad interesante en la Salamanca del pasado siglo. A todos ellos les estoy agradecido.
[2] DELGADO: “Notas sobre la Exposición de artistas locales. José Luis Núñez Solé, Mariano Sánchez A. del Manzano y Joaquín Sánchez León”, El Adelanto 22 de diciembre de 1950.
[3] CORIN: “Mariano A. del Manzano”, El Adelanto, 18 de enero de 1951.
[4] CASANOVA, F.: “I Bienal Hispanoamericana de Arte. Sánchez Manzano y la pintura moderna”, La Gaceta Regional, 10 de agosto de 1951.
[5] REAL DE LA RIVA, C.: Catálogo de la Exposición de Pintura, Escultura y Arte Charro de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos patrocinada por la Excma. Diputación Provincial. Salamanca, Palacio de la Salina, 11-18 de septiembre de 1952. La exposición, organizada por D. César Real de la Riva, director de la Escuela de Artes y Oficios, en colaboración con D. Fernando Villalobos, contó con el siguiente jurado calificador: D. Carlos Gutiérrez de Cevallos, D. José Camón Aznar y D. Victorio Macho.
[6] DELGADO: “Exposición de S. Álvarez del Manzano”, El Adelanto, 28 de febrero de 1956; CASANOVA, F.: “Pintura al pastel de S. Álvarez del Manzano”, La Gaceta Regional, 1de marzo de 1956.
[7] CASANOVA, F.: “Crítica de arte. Colectiva de artistas salmantinos”, La Gaceta Regional, 9 de marzo de 1956.
[8] “Cuatro niños españoles han ganado los primeros premios del Concurso Mundial de Pintura Infantil. Dos de ellos son de Salamanca; los otros dos de Madrid”, Informaciones, 3 de octubre de 1957.
[9] El jurado del I Certamen Juvenil Provincial de Arte lo integraban: Alfonso Albarrán, César Real, Lucas Verdú, Manuel Gracia, Damián Villar, Faustino Martín, Alfredo Sánchez, Ramón Cuesta, Rafael Laínez y J. Núñez Larraz.
[10] Entre los galardonados en las fases provinciales o nacionales podemos citar a: Alfonso Mielgo Panero, Celso Vicente Blanco, Severiano Grande, Juan Vicente Blanco, Graciliano Montero, Antonio Marcos, Alberto Flórez, Mariano y Natuca Sánchez García del Moral, ambos hijos de don Mariano.
[11] Participan Mercedes Cobaleda, Salvador Yáñez, Juan y Celso Vicente Blanco, ...
[12] COBOS, A.: “1959. XI Salón de la Agrupación Española de Acuarelistas”, Ya, 8 de agosto de 1959.
[13] El Grupo Tormes funcionó de 1959 a 1962. Integraban el grupo: Andrés Abraido del Rey, Pilar Blas García, Zacarías González Domínguez, José Martín Portilla, Mª Cecilia Martín de Simón, Fernando Mayoral Dorado, Ricado Montero, Jacinto Orejudo Alonso, Demetrio Salgado Cosme, Domingo Sánchez, Mariano Sánchez Alvárez del Manzano, Manuel Sánchez Méndez e Isabel Villar. Se integra en el Movimiento Artístico del Mediterráneo (MAM) formado por el Grupo Ibiza 59 (Ibiza); Grupo Picasso (Málaga); Grupo Numero (Firenze); Grupo Tormes (Salamanca) y Grupo Tago (Palma de Mallorca). Sin ayuda de nadie, el grupo deambuló como pudo con los gastos de los baúles a sus espaldas. Fue estelar. Estaban representados los mejores pintores locales que a través de los años han demostrado lo que eran.
[14] DE SENA, E.: “Estudios de artistas en Salamanca”, El Adelanto, 14 de junio de 1973.
[15] Entre los alumnos de esta etapa se encuentran: Gonzala García San Román -su otra alumna predilecta- Amelia García, Fernando Pascual, Rodelga Orejudo, Mª Luisa Milani, y tantos otros.